Tuesday, April 30, 2013

Les dejo mi paz, les doy mi paz

Uno de los dones más grandes que hemos heredado de nuestro Señor Jesucristo fue el de la paz que debe reinar en nuestra vida y en nuestros corazones. Además agrega: ..."que no haya en ustedes angustia ni miedo", así que la paz, también es confianza total en Dios, entrega absoluta en su Santo Espíritu. 

Que la paz sea un estado constante de nuestra mente y de nuestro corazón y que los agites y el estrés de la vida moderna no nos separen de Dios que es luz y es paz. Por eso, es recomendable dedicar unos minutos cada día, para unirnos a Él, para compartir la tranquilidad en la que nuestro Dios vive. Meditar, orar pacientemente, o simplemente hacer unos minutos de silencio en la búsqueda de la unión con el Padre, nos ayudarán a permanecer en su presencia, a aumentar nuestros estados de paz, a permanecer presentes, atentos y vigilantes a todo lo que Él cada día nos ofrece.

Lecturas para hoy
Hechos 14,19-28.
Salmo 145(144),10-11.12-13.21.
Juan 14,27-31a

Monday, April 29, 2013

El que guarda mis palabras, ese es el que me ama

Pero, ¿qué significa guardar la palabras de Nuestro Señor Jesucristo?, muy simple: durante su estadía en la tierra nos trajo muchas enseñanzas, nos habló incluso con dureza frente a cómo debe ser nuestra relación con Dios, con nuestros hermanos, con nuestro entorno. Así que guardar sus palabras no consiste solamente en llevarlas con nosotros, sino más bien, ponerlas en práctica.
En el Santo Evangelio de hoy, les promete también a los discípulos y por intermedio suyo, también a nosotros, la iluminación del Espíritu Santo, a quien llama "intérprete" que el Padre enviará en su nombre. Quiere esto decir que es importante solicitarle al cielo su presencia permanente para que nos ayude a "guardar" la palabra del Señor, para que nos ilumine en la tarea de materializar la vivencia de Jesús, para que también nos ayude a irradiar la luz que un día Dios puso en nosotros y que en ocasiones nos empeñamos en ocultar.


Lecturas para hoy:
Hechos 14,5-18
Salmo 115(113B),1-2.3-4.15-16.
Juan 14,21-26

Thursday, April 25, 2013

Templanza

Desde la niñez nuestros padres empiezan a formar nuestro carácter, nuestras actitudes frente a la vida. Dios, en su infinita misericordia hace lo mismo a través de nuestra vida para hacernos más fuertes, tal como nos lo cuenta hoy San Pedro en su primera carta: …”Dios, de quien procede toda gracia, los ha llamado en Cristo para que compartan su gloria eterna, y ahora deja que sufran por un tiempo con el fin de amoldarlos, afirmarlos, hacerlos fuertes e inconmovibles.” 


Cuántas veces en medio del llanto y de la desesperanza nos hacemos la misma pregunta: ¿por qué me pasa esto a mí?, incluso, tendemos a renegar de la existencia divina y de su presencia en nuestras vidas. Claro, todos nos hemos sentido abandonados alguna vez, pero no podemos olvidar que estas experiencias dolorosas, por duras que sean, son un instrumento para nuestra formación, para nuestra evolución espiritual.


Hace un par de días, una persona llena de luz me explicaba cómo nuestra vida podría parecer un paseo de domingo en hombros de nuestro padre. De repente, llegamos a distraernos tanto con lo que vemos a nuestro alrededor con tanto ruido, tantos globos, niños jugando y demás, que olvidamos que estamos en la compañía de nuestro padre, así que empezamos a clamar desesperados en su búsqueda, sin darnos cuenta que seguimos ahí, cargados sobre sus hombros. Así mismo es nuestra relación con Dios. Él nos creó, envió a su hijo para que nos salvara y sin embargo dudamos de su presencia en nuestras vidas, simplemente porque nos distrajimos con el ruido del mundo, con la vida agitada y alejada del Padre.
Que este sea el momento hermanos de acercarnos nuevamente al Padre. Entonces nos daremos cuenta de que él siempre estuvo allí, y como sus niños que somos, ha hecho dedicadamente su trabajo, formando nuestro carácter con cada experiencia vivida para que un día podamos volver a su seno más llenos de amor y de confianza.

Lecturas para hoy:
Epístola I de San Pedro 5,5b-1
Salmo 89(88),2-3.6-7.16-17
Marcos 16,15-20.

Wednesday, April 24, 2013

Yo he venido al mundo como luz

Las palabras de Nuestro Señor Jesucristo, como siempre, son concretas, directas. Si de repente en algún momento llegásemos a olvidar su misión de salvación, Él nos la deja muy clara en el Evangelio de hoy (Juan 12,44-50). En este sentido, si hay luz no tendrá que haber miedo ni tinieblas en nuestra vida. Él vino para que por su mérito seamos transparentes.

Con el tiempo, solemos llenarnos de secretos, de pequeñas cosas que preferimos ocultar, pero en la medida en que permitimos que Dios actúe en nuestras vidas, lo oculto sale a la luz, y aunque a veces es difícil, este hecho tiene un efecto liberador. Nada hay como la paz que del Padre proviene, y una forma para alcanzar esa paz, es liberándonos de todo aquello que está oculto. Puede ser difícil al comienzo pero al final del día, llegaremos con un corazón más entregado, más puro y a un estado de consciencia más feliz y pleno.

Lecturas para hoy_
Hechos 12,24-25.13,1-5a
Salmo 67(66),2-3.5.6.8
Juan 12,44-50

Tuesday, April 23, 2013

Las obras que hago en el nombre de mi Padre manifiestan quién soy yo

Estas palabras de Nuestro Señor Jesucristo a los Apóstoles no sólo ratifican su autoridad como Hijo del Altísimo, sino que son una invitación a un aspecto muy importante de nuestro deber cristiano: nuestro principal testimonio son nuestras obras.

Los seres humanos nos hemos sumergido en un mar de palabras bonitas y de buenas intenciones, que sin embargo, no somos capaces de material con la misma facilidad con la que las palabras fluyen de nuestra mente y de nuestro corazón.

Sin embargo, no hay nada que diga más de nosotros que nuestras obras. No tienen que ser de gran magnitud, sólo tienen que ser buenas y bien intencionadas. Nuestro Dios quien todo lo sabe, que es amoroso y generoso sabrá recompensarnos por el ejemplo, ese que damos a los demás cuando actuamos bien.

Nuestra reflexión de hoy es una invitación a ser testigos de Dios a través de las obras, a dar testimonio a través del amor. Que nuestras palabras sean coherentes con nuestro actuar, esa debe ser una constante que seguramente nos ayudará a sentirnos mejor con nosotros mismos y sobre todo, a que los demás también se sientan mejor con nosotros y con nuestra compañía.

Lecturas para hoy:

Hechos 11,19-26.
Salmo 87(86),1-3.4-5.6-7
Juan 10,22-30

Monday, April 22, 2013

Envíame tu luz y tu verdad: el poder del Espíritu de Dios

Imagen tomada de la página webcatolicodejavier.org
El Espíritu Santo a quien Dios ha enviado con generosidad para que en nosotros abunde la sabiduría está siempre dispuesto a llenarnos de su luz, y como luz que es, lo ilumina todo, al final de lo cual sólo queda la verdad, pues al haber luz en abundancia, nada puede quedar oculto. Así como el Espíritu iluminó a los Apóstoles y a los santos en los tiempos primeros de la Iglesia, de la misma manera Él está dispuesto por disposición divina a iluminar nuestras vidas. No es necesario que esperemos grandes visiones como las que experimentaron los discípulos, basta con que lo dejemos actuar en nuestra vida, en nuestro trabajo, en nuestro hogar; porque para el Espíritu de Dios no hay nada imposible y a través de Él podremos profundizar más en el camino correcto y en algo muy importante: el conocimiento de nosotros mismos, que a veces de forma voluntaria y en la mayoría de ocasiones involuntariamente, apagamos la luz de nuestros corazones ocultando así cosas oscuras que preferimos no conciliar con Dios ni con nosotros mismos, y lo que es más curioso, dones maravillosos que el Señor nos ha entregado y que quizás por miedos e inseguridades, preferimos dejar arrinconados, privando al mundo y a nosotros mismos de grandes oportunidades.

Es el Espíritu quien fortalece la presencia de Dios y de Jesucristo en nuestras vidas y sin entrar en disertaciones teológicas sobre la Trinidad Santa, al final del día el Dios en sus tres dimensiones el dueño perfecto de todo lo creado, la guía perfecta en nuestro camino, la salvación hecha carne que se entregó con amor profundo por nuestra causa y al final del día, una gran esperanza en que tendremos siempre a quién acudir.

Lecturas bíblicas para hoy:

Hechos 11,1-18.
Salmo 42(41),2-3.43(42),3.4.
Juan 10,1-10.

Friday, April 19, 2013

Las escamas que enceguecen nuestra vida

La primera lectura de la liturgia de hoy tomada del libro de los Hechos de los Apóstoles nos recuerda la reconversión de Saulo (Pablo) de perseguidor de los cristianos a pilar de la iglesia, y aunque el tema ha sido centro de profundos análisis teológicos, hoy quiero puntualizar mi reflexión en el momento en el que Ananías, un hombre de Dios, le impone las manos a Saulo para que recobre la vista, entonces, dice la Santa Escritura, se le cayeron una especie de escamas de los ojos que no le permitían ver. Dos milenios después la ceguera sigue siendo una constante en la humanidad.

Creemos casi con total certeza que vemos perfectamente porque percibimos con los ojos lo que nos rodea, sin embargo, la ceguera espiritual ha cerrado nuestros ojos del alma ante la única verdad que es Cristo y nos negamos a ver y a percibir lo que verdaderamente nos rodea. 

Cuántos de nosotros estamos quizás enceguecidos por el poder, la envidia, la indiferencia o incluso por alguna adicción, y aunque aparente veamos a nuestro alrededor la verdad es que hemos perdido la percepción real del mundo.

Esta es una breve invitación para que como Saulo (Pablo) y con la ayuda de Dios, nos quitemos las “escamas” que nos enceguecen, primero a través del reconocimiento de las debilidades que nos quitan la percepción de la realidad, y segundo, a través de la humildad y el recogimiento para que Dios que es Todopoderoso entre en nuestras vidas, las transforme y nos permita al aigual que Pablo, recobrar la vista. 


Lecturas para hoy:

Hechos 9,1-20

Salmo 117(116),1.2Juan 6,52-59

Thursday, April 18, 2013

Jesucristo: el pan vivo bajado del cielo

Con frecuencia, los cristianos católicos y otros grupos que celebran en común unión la cena del Señor a través del pan y el vino, lo hacen como una tradición importante que hace parte fundamental de su fe. Por conocimiento de causa, prefiero centrarme en el catolicismo en donde la Eucaristía es un punto central de la Santa Misa. 

Sin embargo, en muchas ocasiones olvidamos la verdadera importancia de la comunión cono ese punto de encuentro con Cristo a quien recibimos en cuerpo y sangre. Posiblemente no somos conscientes del gran misterio que se devela ante nosotros en cada eucaristía, pero es Jesús mismo quien en persona, viene hasta nosotros para refrendar el pacto que hizo con el Altísimo para nuestra Salvación. 

La Madre Teresa de Calcuta decía al respecto: ...La humildad de Jesús es realmente maravillosa. Puedo comprender su majestuosidad, su grandeza, porque él es Dios – pero su humildad sobrepasa mi comprensión, porque Él se convirtió en Pan de vida para que incluso un niño tan pequeño como yo pudiera comerlo y vivir. Hace algunos días les estaba dando la santa comunión a nuestras hermanas en la Casa Madre, y de repente me di cuenta de que tenía a Dios entre los dedos. La grandeza de la humildad de Dios. Realmente “no hay amor más grande” – no hay amor más grande que el amor de Cristo (Juan 15,13) Estoy seguro de que a menudo vosotros experimentáis esta sensación de que tanto en vuestra predicación como entre vuestras manos, el pan se convierte en el cuerpo de Jesús y el vino en sangre de Jesús. ¡Qué grande debe ser vuestro amor por Cristo! No hay amor más grande que el amor de un sacerdote hacia Cristo, “su Señor y su Dios” (Juan 20,28).

Esta es pues una invitación a hacer una comunión consciente, entregada al Padre en honor a Jesucristo e iluminada por el Santo Espíritu, para que este pacto sublime nos permite refrendar nuestro compromiso en la búsqueda de una vida que contribuya con nuestro propio desarrollo y con el de los demás, para que seamos instrumentos de la obra de Dios con nuestro trabajo, nuestro actuar y nuestro ejemplo.

Lecturas para hoy:

Hechos 8,26-40.

Salmo 66(65),8-9.16-17.20.
Juan 6,44-51.

Wednesday, April 17, 2013

...Todo lo que el Padre me ha dado vendrá a mí, y yo no rechazaré al que venga a mí...

¿Por qué razón solemos rechazar todo aquello que con amor nos da el Pare?, ahí parecería estar uno de los puntos clave de nuestra existencia, pues a menudo, Dios quien todo lo sabe, pone en nuestra vida experiencias enriquecedoras que aunque en ocasiones son difíciles, han sido puestas para ayudarnos a crecer espiritual y emocionalmente.

Por eso es importante orar sin cesar pidiendo para que el Espíritu Santo nos ayude a entender la voluntad de Dios y también para pedir el amor suficiente para cumplir con fortaleza sus designios, pues Él como buen Padre, sólo quiere lo mejor para nosotros y si sabemos llevar el camino, seguramente nos encontraremos en su divina presencia en esta vida y en la eternidad.

Con frecuencia, ofrecemos total resistencia a los designios del Padre y ni siquiera nos damos la oportunidad de darle a una situación compleja el beneficio de la duda: ¿me traerá algo bueno?, ¿quizás, tengo algo que aprender?, ¿tendré algo de responsabilidad por lo que me está pasando?, etc. Nuestra reacción más común es la de juzgarnos con dureza y con frecuencia, juzgar a otros por lo que nos pasa, en especial si son situaciones que ponen a prueba nuestra paciencia, nuestra fortaleza e incluso nuestra fe.

Así que la invitación de hoy se sintetiza en que hay que abrir nuestros corazones a la santa voluntad de Dios, hay que darle la oportunidad para que Él obre en nosotros y aunque en un comienzo pueda parecer que la situaciones son angustiosas, con tiempo Él habrá de demostrarnos el por qué de cada cosa. Seguramente nos sentiremos más satisfechos con nosotros mismos y sobre todo, mucho más fortalecidos para enfrentar los retos que la vida nos trae.

Lecturas bíblicas para hoy: 
Hechos 8,1b-8
Salmo 66(65),1-3a.4-5.6-7a.
Evangelio: Juan 6,35-40.

Bienvenidos a "Mi conexión espiritual"

Después de varios años de camino por el mundo espiritual, en una búsqueda constante por trascender he decidido compartir algunas de mis experiencias que me han fortalecido y me han ayudado en momentos difíciles y angustiosos así como en aquellos en los que la paz de Dios nos permite vislumbrar las maravillas de su presente eterno, aquel en el que siempre tendremos que concentrarnos para construir el futuro anhelado.

Una fortaleza constante ha venido frecuentemente de la palabra escrita. Textos que han llegado a mí en el momento preciso ante situaciones coyunturales de mi vida. Recuerdo especialmente a Eckart Tolle, cuyo libro "El poder del ahora" me hizo consciente del valor del presente y que de paso me ayudó a abandonar mi adicción al cigarrillo sin mayor esfuerzo. Ahora, me concentro en los "Relatos de un peregrino ruso", una obra maravillosa que me ha llevado a entender el valor de los momentos de soledad y de la entrega total a Dios, y aunque todavía no comprenda el por qué, este libro me llena de un profundo sentido de admiración hacia la cultura religiosa rusa que proyecta una espiritualidad especial que se percibe en sus hermosas y decoradas catedrales como la de San Basilio en Moscú o la impresionante Basílica de la Sangre Derramada en la no menos despreciable ciudad de San Petersburgo.

Pero es posible, que mis reflexiones más frecuentes giren en torno a ese libro que siempre ha estado ahí y cuyas palabras provienen de la misma sabiduría de Dios comunicada a los hombres: la Santa Biblia. A menudo, hago lo posible por hacer las lecturas diarias según la liturgia católica, y desde mi perspectiva, trato de ofrecer algún análisis centrado en aquello que nos acontece como seres humanos que somos, eso sí, con el maravilloso beneficio de la bendición divina, esa que nos hizo a su imagen y semejanza, esa misma que nos llena de dones, virtudes y regalos sin límite, esa misma que nos respeta nuestra voluntad.

Así les doy la bienvenida a este encuentro personal que quiere aproximarse a vuestros corazones llevando un mensaje alentador, optimista con la constante confianza en que Dios Todopoderoso nos ha de otorgar su gracias y su santísimo amor.

Alejandro Niño Bogoya