Tuesday, April 22, 2014

La palabra del Señor es recta

La Pascua ha llegado y es un tiempo apropiado, como nos lo recuerda el salmista, para ser conscientes de la rectitud y honestidad de Nuestro Padre Dios. Él no vacila ni es tibio como nosotros, Él es justo y siempre está lleno de amor, entonces,  ¿Por qué no confiar en su divinidad y en su misericordia?. Entreguémonos con la seguridad de que Eel Padre, quien todo lo puede, acogerá nuestras intenciones y necesidades diarias, ayudándonos a llevar nuestras cargas y asistiéndonos en todo momento, así ni siquiera nos demos cuenta de ello. 

Lecturas para hoy, 22 de abril de 2014

Hechos 2,36-41.

El día de Pentecostés, Pedro dijo a los judíos: 
"Todo el pueblo de Israel debe reconocer que a ese Jesús que ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías". 
Al oír estas cosas, todos se conmovieron profundamente, y dijeron a Pedro y a los otros Apóstoles: "Hermanos, ¿qué debemos hacer?". 
Pedro les respondió: "Conviértanse y háganse bautizar en el nombre de Jesucristo para que les sean perdonados los pecados, y así recibirán el don del Espíritu Santo. 
Porque la promesa ha sido hecha a ustedes y a sus hijos, y a todos aquellos que están lejos: a cuantos el Señor, nuestro Dios, quiera llamar". 
Y con muchos otros argumentos les daba testimonio y los exhortaba a que se pusieran a salvo de esta generación perversa. 
Los que recibieron su palabra se hicieron bautizar; y ese día se unieron a ellos alrededor de tres mil. 

Salmo 33(32),4-5.18-19.20.22.

La palabra del Señor es recta 
y él obra siempre con lealtad;
él ama la justicia y el derecho, 
y la tierra está llena de su amor.

Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, 
sobre los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte 
y sustentarlos en el tiempo de indigencia.

Nuestra alma espera en el Señor; 
él es nuestra ayuda y nuestro escudo.
Señor, que tu amor descienda sobre nosotros, 
conforme a la esperanza que tenemos en ti.

Juan 20,11-18.

María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro 
y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús. 
Ellos le dijeron: "Mujer, ¿por qué lloras?". María respondió: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto". 
Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció. 
Jesús le preguntó: "Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?". Ella, pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió: "Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo". 
Jesús le dijo: "¡María!". Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: "¡Raboní!", es decir "¡Maestro!". 
Jesús le dijo: "No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: 'Subo a mi Padre, el Padre de ustedes; a mi Dios, el Dios de ustedes'". 
María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que él le había dicho esas palabras.

Palabra de Dios. ¡Te alabamos Señor!

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