Habitualmente, cuando escichamos el "Sermón de las bienaventuranzas", no detallamos cada una de las valiosas frases que Nuestro Señor Jesucristo nos entregó. Hoy, me llama particularmente la atención ese llamado que nos hace a la paciencia.
En ocasiones se nos hace un tanto complejo hablar de la paciencia, y sobre todo ponerla en práctica. El mndo de hoy nos los exige todo para ya, nos pon e condicionamientos "...cuando tengas 30 años deberás tener esto y lo otro, deberás vivir de esta manera etc," y entonces se nos olvida que Dios tiene sus tiempos y que sólo esos tiempos son perfectos. Así empiezan la impaciencia y la desesperación, olvidándonos que Él, el Padre mismo ha determinado cuándo poner en nuestras manos aquello para lo que realmente estamos listos.
La experiencia me indica que sólo a través de la oración y de una conexión continua con la divinidad, con el Padre, con Jesucristo, con el Espíriu Santo, con María y con todos los Coros Celestiales se logra la paciencia, y que esta es directamente proporcional a la cantidad de oración que hagamos.
1 Reyes 17,1-6.
Elías el tisbita, de Tisbé en Galaad, dijo a Ajab: "¡Por la vida del Señor, el Dios de Israel, a quien yo sirvo, no habrá estos años rocío ni lluvia, a menos que yo lo diga!".
La palabra del Señor le llegó en estos términos:
"Vete de aquí; encamínate hacia el Oriente y escóndete junto al torrente Querit, que está al este del Jordán.
Beberás del torrente, y yo he mandado a los cuervos que te provean allí de alimento".
El partió y obró según la palabra del Señor: fue a establecerse junto al torrente Querit, que está al este del Jordán.
Los cuervos le traían pan por la mañana y carne por la tarde, y él bebía del torrente.
Salmo 121(120),1-2.3-4.5-6.7-8.
Levanto mis ojos a las montañas:
¿de dónde me vendrá la ayuda?
La ayuda me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
El no dejará que resbale tu pie:
¡tu guardián no duerme!
No, no duerme ni dormita
el guardián de Israel.
El Señor es tu guardián,
es la sombra protectora a tu derecha:
de día, no te dañará el sol,
ni la luna de noche.
El Señor te protegerá de todo mal
y cuidará tu vida.
El te protegerá en la partida y el regreso,
ahora y para siempre.
Mateo 5,1-12.
Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él.
Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:
"Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
Felices los afligidos, porque serán consolados.
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.
Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí.
Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron."