Monday, June 9, 2014

Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.

Habitualmente, cuando escichamos el "Sermón de las bienaventuranzas", no detallamos cada una de las valiosas frases que Nuestro Señor Jesucristo nos entregó.  Hoy, me llama particularmente la atención ese llamado que nos hace a la paciencia.  

En ocasiones se nos hace un tanto complejo hablar de la paciencia, y sobre todo ponerla en práctica.  El mndo de hoy nos los exige todo para ya, nos pon e condicionamientos "...cuando tengas 30 años deberás tener esto y lo otro, deberás vivir de esta manera etc,"  y entonces se nos olvida que Dios tiene sus tiempos y que sólo esos tiempos son perfectos. Así empiezan la impaciencia y la desesperación, olvidándonos que Él, el Padre mismo ha determinado cuándo poner en nuestras manos aquello para lo que realmente estamos listos.

La experiencia me indica que sólo a través de la oración y de una conexión continua con la divinidad, con el Padre, con Jesucristo, con el Espíriu Santo, con María y con todos los Coros Celestiales se logra  la paciencia, y que esta es directamente proporcional a la cantidad de oración que hagamos.


1 Reyes 17,1-6.

Elías el tisbita, de Tisbé en Galaad, dijo a Ajab: "¡Por la vida del Señor, el Dios de Israel, a quien yo sirvo, no habrá estos años rocío ni lluvia, a menos que yo lo diga!". 
La palabra del Señor le llegó en estos términos: 
"Vete de aquí; encamínate hacia el Oriente y escóndete junto al torrente Querit, que está al este del Jordán. 
Beberás del torrente, y yo he mandado a los cuervos que te provean allí de alimento". 
El partió y obró según la palabra del Señor: fue a establecerse junto al torrente Querit, que está al este del Jordán. 
Los cuervos le traían pan por la mañana y carne por la tarde, y él bebía del torrente. 


Salmo 121(120),1-2.3-4.5-6.7-8.

Levanto mis ojos a las montañas: 
¿de dónde me vendrá la ayuda?
La ayuda me viene del Señor, 
que hizo el cielo y la tierra.

El no dejará que resbale tu pie: 
¡tu guardián no duerme!
No, no duerme ni dormita 
el guardián de Israel.

El Señor es tu guardián, 
es la sombra protectora a tu derecha:
de día, no te dañará el sol, 
ni la luna de noche.

El Señor te protegerá de todo mal 
y cuidará tu vida.
El te protegerá en la partida y el regreso, 
ahora y para siempre.

Mateo 5,1-12.

Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. 
Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo: 
"Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. 
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia. 
Felices los afligidos, porque serán consolados. 
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. 
Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. 
Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios. 
Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. 
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. 
Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. 
Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron."

Friday, June 6, 2014

¡Bendice Alma mía al Señor!

Hace un par de días hacíamos referencia a la deferencia de Dios para con nosostros al habernos enviado a su hijo, y el amor infinito de Nuestro Señor Jesucristo para con nosotros, ya que luego de entregarse por nuestros pecados era capaz incluso de interceder ante el Padre Celestial por el rebaño que Él mismo le encomendó. Hoy la invitación es a orar, a bendecir el nombre del Señor en todo momento y en todo lugar. Que nuestras almas se gloríen en el Padre y le rindan el honor y la gloria por siempre, pues Él jamás nos desampara ni nos abandona.


Hechos 25,13b-21.

El rey Agripa y Berenice llegaron a Cesarea y fueron a saludar a Festo. 
Como ellos permanecieron varios días, Festo expuso al rey el caso de Pablo, diciéndole: "Félix ha dejado a un prisionero, 
y durante mi estadía en Jerusalén, los sumos sacerdotes y los ancianos de los judíos, presentaron quejas pidiendo su condena. 
Yo les respondí que los romanos no tienen la costumbre de entregar a un hombre antes de enfrentarlo con sus acusadores y darle la oportunidad de defenderse. 
Ellos vinieron aquí, y sin ninguna demora, me senté en el tribunal e hice comparecer a ese hombre al día siguiente. 
Pero cuando se presentaron los acusadores, estos no alegaron contra él ninguno de los cargos que yo sospechaba. 
Lo que había entre ellos eran no sé qué discusiones sobre su religión, y sobre un tal Jesús que murió y que Pablo asegura que vive. 
No sabiendo bien qué partido tomar en un asunto de esta índole le pregunté a Pablo si quería ir a Jerusalén para ser juzgado allí. 
Pero como este apeló al juicio de Su Majestad imperial, yo ordené que lo dejaran bajo custodia hasta que lo enviara al Emperador". 

Salmo 103(102),1-2.11-12.19-20ab.

Bendice al Señor, alma mía, 
que todo mi ser bendiga a su santo Nombre;
bendice al Señor, alma mía, 
y nunca olvides sus beneficios.

Cuanto se alza el cielo sobre la tierra, 
así de inmenso es su amor por los que lo temen;
cuanto dista el oriente del occidente, 
así aparta de nosotros nuestros pecados.

El Señor puso su trono en el cielo, 
y su realeza gobierna el universo.
¡Bendigan al Señor, todos sus ángeles,
los fuertes guerreros que cumplen sus órdenes!

Juan 21,15-19.

Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer, dijo a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?". El le respondió: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis corderos". 
Le volvió a decir por segunda vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". 
Le preguntó por tercera vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?". Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: "Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas. 
Te aseguro que cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras". 
De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: "Sígueme".

Wednesday, June 4, 2014

Padre santo, cuida en tu Nombre a aquellos que me diste

El Evangelio de hoy nos demuestra el amor infito de Nuestro Señor Jesucrito hacia su rebaño. No le bastó con entregar su vida por nosotros, no le bastó con dejarnos sus enseñanzas. Quiso entregar todavía más y nos encomendó al Padre por su protección sin límites. Quizá algún día aprendamos a amar tan desinteresadamente como Él.

Hechos 20,28-38.

Pablo decía a los principales de la Iglesia de Efeso:
"Velen por ustedes, y por todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo los ha constituido guardianes para apacentar a la Iglesia de Dios, que él adquirió al precio de su propia sangre.
Yo sé que después de mi partida se introducirán entre ustedes lobos rapaces que no perdonarán al rebaño.
Y aun de entre ustedes mismos, surgirán hombres que tratarán de arrastrar a los discípulos con doctrinas perniciosas.
Velen, entonces, y recuerden que durante tres años, de noche y de día, no he cesado de aconsejar con lágrimas a cada uno de ustedes.
Ahora los encomiendo al Señor y a la Palabra de su gracia, que tiene poder para construir el edificio y darles la parte de la herencia que les corresponde, con todos los que han sido santificados.
En cuanto a mí, no he deseado ni plata ni oro ni los bienes de nadie.
Ustedes saben que con mis propias manos he atendido a mis necesidades y a las de mis compañeros.
De todas las maneras posibles, les he mostrado que así, trabajando duramente, se debe ayudar a los débiles, y que es preciso recordar las palabras del Señor Jesús: 'La felicidad está más en dar que en recibir'".
Después de decirles esto, se arrodilló y oró junto a ellos.
Todos se pusieron a llorar, abrazaron a Pablo y lo besaron afectuosamente,
apenados sobre todo porque les había dicho que ya no volverían a verlo. Después lo acompañaron hasta el barco.

Salmo 68(67),29-30.33-35a.35bc.36c.

Tu Dios ha desplegado tu poder:
¡sé fuerte, Dios, tú que has actuado por nosotros!
A causa de tu Templo, que está en Jerusalén,
los reyes te presentarán tributo.

¡Canten al Señor, reinos de la tierra,
entonen un himno al Señor,
al que cabalga por el cielo,
por el cielo antiquísimo!
El hace oír su voz poderosa,
¡reconozcan el poder del Señor!

Su majestad brilla sobre Israel
y su poder, sobre las nubes.
¡Bendito sea Dios!

Juan 17,11b-19.

Jesús levantó los ojos al cielo, y oró diciendo:
"Padre santo, cuida en tu Nombre a aquellos que me diste, para que sean uno, como nosotros.
Mientras estaba con ellos, cuidaba en tu Nombre a los que me diste; yo los protegía y no se perdió ninguno de ellos, excepto el que debía perderse, para que se cumpliera la Escritura.
Pero ahora voy a ti, y digo esto estando en el mundo, para que mi gozo sea el de ellos y su gozo sea perfecto.
Yo les comuniqué tu palabra, y el mundo los odió porque ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno.
Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad.
Así como tú me enviaste al mundo, yo también los envío al mundo.
Por ellos me consagro, para que también ellos sean consagrados en la verdad."